Una oportunidad perdida para callarse

Ser o pensar en socialista está siendo una complicada opción para los tiempos que corren. Se le abren a uno las carnes viendo al Rafael Hernando sonreír feliz: hay quienes tienen un mal perder, pero los peores son los que tienen un ganar insoportable.

Y también es duro ser o pensar en socialista por lo poco que ayudan los que habrían de trabajar para aliviarlo: yo no sentí ninguna especial simpatía por Pedro Sánchez cuando salió elegido Secretario General del PSOE, me alinee con él, sin embargo, cuando se convirtió en la victima de las intrigas y de las maniobras arteras de varios barones, y he vuelto a caer en mi desencanto inicial cuando lo veo ahora caminar hacia planteamientos patéticos condenados al fracaso.

Oyéndole ahora contar lo que hubiera querido hacer, de no ser por la conspiración montada contra él, IBEX incluido; viéndole ahora extender la alfombra roja hacia los chicos de Podemos, enfangando aún más la situación en su partido y pretendiendo capitanear un cisma, empiezo a pensar que Sánchez está derrapando lastimosamente.

Ya lo escribí más de una vez: hubiera estado bien si hubiera salido adelante su primer intento de un gobierno transversal con Ciudadanos y Podemos. Parecía que era una obligación de quienes habían clamado por el cambio juntarse, de alguna manera, para conseguirlo, pero – y ya no tiene sentido buscar culpables – el proyecto no progresó.

Cuando se dan las segundas elecciones y el PP sale reforzado y la izquierda debilitada y, además, Ciudadanos coloca su memoria en blanco y le vende su SI a Rajoy, la batalla estaba ya perdida a mi juicio. Por un tiempo creí, inocentemente, que los envites del «No es No», formaban parte de una táctica de acoso orientada a obtener algún tipo de rédito político. Cuando quedó claro que detrás del «No es No» solo había el vacío, la abstención me pasó a parecer la fórmula menos dañina.

Por supuesto, comprendo y respeto a quienes han sido incapaces de tragarse ese sapo y han creído que unas terceras elecciones, por muy malo que fuera su resultado, y aunque hubieran llevado a Rajoy al gobierno igualmente, al menos habrían dejado al PSOE con la satisfacción de no haberse quedado sin la gorra (1)

Y ahora vayamos a la parte enjundiosa de esta crisis, que nos presenta a un PSOE sin liderazgo y con gran parte de su baronía muy tocada. Por los discursos que escuchamos de unos y otros, es como si el dilema que puede salvar al PSOE, de acertarse con la solución, sea el de estar más o menos desplazado hacia la izquierda o, en otras palabras, estar más o menos cerca de Podemos.

A mi modo de ver, lo que le dio vida a la social democracia, lo que la justificó, fue el instalarse entre el gran patrono, paradigma del capitalista, y los trabajadores explotados, reconduciendo los conflictos hacia soluciones negociadas y sin violencia. Gracias a ello se produjo un avance en los niveles de renta de la clase trabajadora y, en cierto modo, se redujo la brecha de la desigualdad.

Sin embargo, cuando años después uno de los contendientes deja de ser un gran patrono, de esos que habitan en un palacete no muy lejos de su fábrica, y pasa a ser un ente sin rostro ni ventanas a las que tirar piedras, que ha conseguido atraer hacia su dinero un poder omnímodo que traspasa fronteras y doblega gobiernos de todos los signos, entonces la socialdemocracia debe pasar a hacer su trabajo de un distinto modo y, lamentablemente, no escuchamos a ninguno de los dirigentes del PSOE hablar de eso.

Hablan de lo que es bueno para España y los españoles, discurso que a nivel teórico todo quisque podría suscribir, pero no dicen – no confiesan – lo difícil que es evitar una llamada del Obama de turno para que modifiques el artículo 135 de tu Constitución. No nos transmiten la confianza de que sean capaces de moverse a nivel internacional, liderando movimientos de control y regulación del capitalismo salvaje, el que ha vuelto a ahondar dramáticamente en la brecha de la desigualdad.

Pues bien, hasta que surja en Europa ese hombre o esa mujer, que sea capaz de atacar el problema en su raíz, y concitar un respaldo global, todo lo demás serán tiritas en una herida muy grave y, quien enrede con las cosas de comer, revolviendo el cotarro dentro de su propia organización, no hará si no complicar aún más las cosas: ¡no habrá ni para tiritas!

 

 

  1. Un aldeano y su hijo fueron asaltados en un camino solitario y sufrieron toda clase de vejaciones por parte de los atracadores, sodomización incluida. Cuando los criminales se fueron dejándolos desnudos y sin blanca, el padre ufano aseveró dirigiéndose a su hijo: ¡Habrás visto que no tuvieron pelotas para quitarme la gorra!

Solo con que fuera verdad la mitad

Solo con que  fuera verdad la mitad de lo que dicen querer para España, ya tendrían que estar reuniéndose,  para negociar un apoyo conjunto a Pedro Sánchez,  los señores Iglesias y Rivera.

Si como dicen uno y otro,  la presencia de Rajoy al frente de un gobierno, por otros cuatro años, es insoportable. Si,  como también dicen,  que es imposible que el registrador de la propiedad gallego, con plaza en Santa Pola, encabece ninguna regeneración democrática y, mucho menos, una lucha creíble contra la corrupción.

Si además coinciden en que el PP está directamente afectado, no ya algunos militantes – aunque sean muchos – si no el propio partido, con problemas de financiación irregular y uso de dinero negro, y esto es intolerable.

Si ambos, sobre todo uno – el de la coleta – ha suavizado sus tesis sobre la economía española y ya abrazan, al parecer uno con más entusiasmo que el otro – aunque ese otro sea el que ya ha pactado con el PSOE – las ideas de la socialdemocracia.

Si a ninguno se les escapa la conveniencia de aplicar políticas que hagan llegar la recuperación económica a las clases más desfavorecidas, a diferencia de lo que ha hecho el PP

Si Rivera ya ha dicho que estaría dispuesto a derogar algunos artículos de la Ley Mordaza y, también, a apoyar iniciativas que retrasen la aplicación de la LOMCE

Si algunas cosas, como el referéndum catalán, que eran líneas rojas para Podemos ya se han descolorido un poco.

Yo me pregunto.

¿A qué viene ese empeño en  que sea el PSOE el que se desplace hacia la izquierda o hacia la derecha? ¿No es mucho más sensato que quienes le flanquean por ambos lados se muevan hacia el centro?

Si no me equivoco, la suma que dan los escaños de las tres formaciones políticas – Ciudadanos, Podemos y PSOE – supera ampliamente el listón de la mayoría absoluta. Si negociasen un programa de actuación conjunto, con un gobierno encabezado por Pedro Sánchez, con algunos ministros independientes previamente consensuados, podrían los tres partidos desarrollar una labor muy positiva a lo largo de esta nueva legislatura, que todos los españoles les agradeceríamos.

Ya sé que todo suena muy inocente, pero es que soy muy fan de la serie Borgen y en ella una  primera ministra danesa hace verdaderos equilibrios para mantenerse en el gobierno, sacando adelante sus leyes de centro izquierda en un parlamento híper dividido. La recomiendo.

Dos más dos no van a ser cuatro

Hoy se ha publicado el último Barómetro del CIS y muchos periodistas se han apresurado a sumar a  los datos de Podemos y sus Confluencias los que corresponden a IU concluyendo, la suma es fácil de hacer, que lo que hay a la izquierda del PSOE conseguiría más votos que el PSOE mismo en las elecciones generales por venir.

Lo que, dicho de otra manera, supone que el liderazgo de la izquierda cambiará de manos y que las expectativas de un futuro Gobierno de izquierdas,  con Podemos al frente,  serán muy elevadas.

Desde mi atalaya casera yo he venido viendo a Podemos como pasaba de representar a todos los damnificados por la crisis, como un banderín de enganche para los indignados, crisis de la que era culpable todo el sistema político nacido en la transición, donde no había ni izquierdas ni derechas, solo un pueblo castigado y  una casta inmisericorde, a autoproclamarse los verdaderos herederos de las esencias socialistas, socialdemócratas donde los hubiera, incluso con ex-generales en sus filas.

Con el primer planteamiento, el de nosotros somos el remedio contra la perniciosa casta, alcanzaron un éxito sorprendente en las elecciones europeas de 2014. Insistiendo con esa receta, y viendo como las encuestas los llevaban en volandas, la matizaron exhibiendo su cara más amable y, como no podía ser menos, despreciaron olímpicamente cualquier alianza con una Izquierda Unida que no dejaba de ser un lastre.

Sin embargo, y a pesar del éxito incontestable que supuso obtener más de cinco millones de votos el pasado 20 de Diciembre, Podemos no llegó a tocar el cielo como confiaban.

Durante los últimos cuatro meses Podemos se ha ofrecido a una muy importante exposición pública, con habilidades dialécticas muy aplaudidas en las tertulias televisivas o en los mítines y asambleas, pero menos entendidas cuando el foro pasó a ser el propio Congreso de los Diputados.

En este breve periodo de tiempo hubo muchos gestos y mensajes por parte de Podemos. El objetivo aparente era el  entrar en el poder de una forma sustantiva,  mandando tanto o más desde la segunda posición  que lo que pudiera conseguir el que estuviese en la primera. ¿Por qué digo aparente? Porque todos los gestos y mensajes estuvieron orientados a ponérselo imposible al PSOE.

Y ahora, con  la mirada ya puesta en las siguientes elecciones, Podemos no tiene empacho en destapar alguna de las esquinas de su alfombra dejando ver, entre otras cosas que mucha gente no aprueba, su capacidad para entender algunas de las cosas odiosas del independentismo vasco de izquierdas. Hay que pescar donde haya peces, no importa cuales.

Es decir, el Podemos que irá a las urnas el 26 de Junio de 2016 – incluso sin Izquierda Unida – ya no es el que se presentó a las últimas Elecciones Generales. En los últimos meses han enseñado demasiado la patita, y ya no les basta el blanqueársela con harina. Necesitan reposicionarse para recuperar el terreno que presumen perdido.

Y es entonces que deciden que ha llegado el momento de ponerse a sumar y aceptar que, quizás, y manejándolo bien, que para eso son muy buenos comunicadores, el millón y pico de votos de Izquierda Unida, metido en la coctelera del Sr. d´hont, les puede dar el definitivo empujón hacia la gloria.

¿Qué creo yo, que para eso he titulado esta entrada al blog como lo he hecho?  Pues que algunos votantes, sobre todo de los que se indignaron por ósmosis (los menos castigados en sus propias carnes), o los que desearon de buena fe que entrara algo de aire fresco en el panorama político español, pero sin ninguna radicalidad izquierdista, se dirán que no ven en el nuevo Podemos nada distinto a lo que representó Julio Anguita. Por mencionar a alguien que siempre me inspiró respeto, pero que nunca superó el once por ciento de los votos en unas elecciones generales.

Evidentemente, ser lo mismo que fue Julio Anguita a mediados de los noventa del siglo pasado es una buena baza para los tiempos que corren. Ya fuera porque subsiste un gran poso de justificada indignación y resentimiento o porque “procure siempre acertalla, pero si la acierta mal…,  sostenella  y no enmendalla”, lo cierto es que hay que aceptar que aquel once por ciento de Julio Anguita se verá substancialmente superado. Pero,  ¿tanto como para desbancar al PSOE? ¿Tanto como para conservar  a los votantes que han creído descubrir en Podemos que no son muy diferentes a los demás partidos?

Yo ya he dado mi opinión: dos más dos no van a ser cuatro.

 

Si yo fuera un militante del PSOE

Que no lo soy aún, me concentraría en imaginar las consecuencias de un no mío a la petición de apoyo por parte de Pedro Sánchez. ¿Qué ocurriría? Si hemos sido solo unos pocos los del no, podríamos considerar que se había superado la primera fase del juego y que entrábamos en la segunda.

Dejemos en suspenso,  de momento,  de que iría esa segunda fase, y apuntémonos a la peor de las hipótesis: una cifra muy importante de los militantes socialistas muestran su disgusto,  con los acuerdos a que se refiere vagamente Pedro Sánchez, y éste queda, como se dice vulgarmente, con el trasero al aire.

Así las cosas, Pedro Sánchez tendría que irse para casa. Ni él ni ningún otro candidato, Rajoy incluido,  conseguiría ser investido de ésta como Presidente del Gobierno de España y tendríamos que ir a unas nuevas elecciones generales, lo que, según yo veo, constituiría la tercera fase del juego.

Bien, no corramos, analicemos más la segunda fase.

Pedro Sánchez, que no ha enamorado a muchos – entre ellos a mí – y que va a seguir recibiendo disparos desde ambos lados del espectro parlamentario, va a conseguir, si no mete la pata más (la escenografía del pacto con Ciudadanos fue un exceso), y no sigue habiendo tanto charlatán entre sus colegas barones,  que su valoración política ascienda.

El ascenso político molestará al PP – que seguirá aferrado a su única salida: la tercera fase – contentará a Ciudadanos, por haber apostado a un buen caballo, e irritará enormemente al equipo de Podemos que irá pasando de la euforia a una eventual resignación, pasando por el cabreo.

Lo que va a hacer el PP ya lo sabemos, le negará el pan y la sal a Pedro Sánchez, pero ¿Qué puede pasar con Podemos? ¿Se decidirá, despreciadas como lo están siendo sus vicepresidencias y líneas rojas,  por saltar directamente a la tercera fase del juego alineándose, aunque solo sea para esto, con las tesis del PP? ¿Seguirá Podemos confiando en el sorpasso o empezará a dudar de él,  si las encuestas le anuncian que no solo no van a adelantar al PSOE si no que éste puede salir reforzado?

Y aquí viene la parte buena, que sería la que a mí me animaría a darle a Pedro Sánchez el apoyo que está pidiendo a sus militantes: el acuerdo con Ciudadanos es un esqueleto del que aún se puede colgar mucha musculatura, no hay ninguna renuncia que viole los sagrados principios de cualquier socialista y, si la sensibilidad social  de todas las confluencias, como a ellos les gusta llamarse, está por encima del mero afán de hacerse con el poder, y están dispuestos a sentarse a trabajar por mejorar el programa del PSOE, puede que surjan abstenciones y síes del lado de la bancada de Podemos que aúpen a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno.

Un gobierno en el que podrían entrar personalidades independientes, con un programa equilibrado y realista, con un alto contenido social,  que conseguiría tranquilizar a muchos de los militantes que hoy se duelen de que haya habido un hipotético giro  hacia la derecha.

Evidentemente, lo que acabo de escribir puede ser tomado por ingenuo,  optimista, iluso y hasta inocente, pero es que aquí no acaba todo: no hay que olvidar que puede haber una tercera fase.

Si hay que ir a nuevas elecciones generales en Junio de 2016, porque Pedro Sánchez ha perdido el respaldo de su propio partido, el PSOE tendría que renovar el banquillo y, mal que le pese a algún ambicioso barón o baronesa, de los que alguno le está moviendo la silla, el castañazo estaría garantizado: El PP volvería a ser el partido más votado,  sin que a sus fieles parezca importarles el hedor de la corrupción – y los votos que pierda, los de la derecha más sensata,  los recolectará Ciudadanos – y Podemos, aunque adelante al PSOE, no conseguirá hacerse con el Gobierno por mucho que se travista. O sea, un escenario de pena.

Por contra, si de las bancadas de las confluencias no surgen los suficientes síes o abstenciones, dando al traste con mi optimismo inocente, la posición de Pedro Sánchez, y del PSOE por ende, sería, muy probablemente, bastante mejor que la actual en términos de escaños y de posibles convergencias con otros partidos de centro y de izquierdas.

Y quizás sí, aunque con seis meses perdidos, por fin tendríamos el gobierno progresista que deseamos.

Concluyendo, sinceramente,  yo no le encuentro sitio a las pataletas. Que es verdad que la foto de Pedro y Albert ha dado mucho juego a los chistosos, que ya lo apuntó Esopo, lo aprovechó Horacio y lo retuiteó Samaniego: Parturient montes, nascetur ridiculus mus, pero es lo que hay y, como creo haber explicado, las alternativas pueden ser mucho peores.

¡Ala! A votar que sí.

Pero sus estridentes ladridos solo son señal de que cabalgamos.

Esta frase, oída muchas veces como “Ladran Sancho luego cabalgamos” – cuando en verdad procede de un poema de Goethe, el Labrador,  pues no hay rastro de ella en El Quijote – viene al caso para celebrar el arrojo de Pedro Sánchez, entre los ladridos de oponentes políticos, algunos colegas de partido y bastantes tertulianos.

Es lo que le tocaba, no había otra. Y yo le diría lo que dicen los entrenadores de los equipos modestos a sus jugadores cuando se enfrentan a uno de los grandes: tú preocúpate de hacer tu juego como sabes hacerlo y no pienses en lo que esté tramando el contrario.

Porque, es evidente, que Pedro Sánchez tiene que saber hacer su juego, aviados estábamos si no, que la cosa no va de hacerse con el Gobierno solo porque sí, que ejemplos hubo de coaliciones de mal recuerdo, como el tripartito catalán, sino que, de lo que se trata, es de llegar a gobernar con solvencia y estabilidad.

El PP – cuya cúpula, de ser yo uno de sus militantes, sacaría de la sede a gorrazos – repite insistente,  y patéticamente, que es el partido ganador, siendo que 227 escaños del Parlamento, contra sus 123,  están representando a la gente que quiere que deje de gobernar. De entre esos 227 diputados es cierto que hay unos pocos que no son buena compañía, el coincidir con ellos en rechazar a Rajoy no aporta mucho, pero quedan aún 200 escaños largos con los que, a nivel teórico, se puede fabricar un buen menú de gobierno.

Y por eso Pedro Sánchez va a hablar con los portavoces de esos 200 parlamentarios y va a oír de todo. Con todas las cartas puestas sobre la mesa, los españoles vamos a saber quién está realmente interesado en alcanzar un gobierno para el cambio, o está detrás de otras cosas.

Y ahí está la gran baza de Pedro Sánchez: si juega bien su partida, y a todos se nos permite seguir el juego desde detrás de cada participante, viendo qué tipo de obstáculos hay para lograr un acuerdo, y quien los pone, es posible – me temo que hasta probable – que Pedro Sánchez no salga elegido Presidente de esta. Pero no debiera de importarle, es más, habría de apartar de su lado y desoír a los compañeros de partido que estuvieran dispuestos a vender la primogenitura por un plato de lentejas, que lo que lo reforzará como un buen candidato para la siguiente tanda – abriendo nuevas  expectativas para el PSOE – será su decencia política y su honestidad intelectual, que eso es lo que nos inspira respeto a los ciudadanos.

Yo confieso que no estoy enamorado de Pedro Sánchez, políticamente hablando, se entiende, pero es el que está ahí en un momento muy delicado para sus siglas políticas. Aquellos de sus colegas que estén pensando en moverle la silla se lo tendrían que pensar dos veces. Si hay que ir a unas nuevas elecciones y el PSOE se pone a jugar con el banquillo lo vamos a pasar muy mal.

Sin embargo, si se hacen las cosas bien, hasta puede que algún líder, de esos que ansían ocupar el espacio socialista – no quiero señalar a nadie –  deje a un lado su obsesión por el sorpasso (o se vea obligado a ello cuando de entre sus marcas surjan voces disonantes).

 

Lo del nuevo gobierno: de tal difícil ha pasado a ser fácil.

El PSOE es el partido político que más fácil tiene el decidir qué hacer. Si sus dirigentes tienen tan claro como yo, y doy por supuesto que incluso más, los principios que hay que defender, las marrullerías de Rajoy o Iglesias no les habrían de apartar ni un ápice de su camino. Enfadarles si, por supuesto, porque el juego sucio siempre disgusta, pero nada que suponga despiste o tribulación.

En que me baso:

Hablemos de Podemos: Un gobierno de coalición con Podemos es un imposible. Imposible, por inaceptable. El desdén y las sonrisitas de los podemistas en la rueda de prensa posterior a su reunión con el Rey demostraba que lo que estaban tendiendo al PSOE no era un puente si no una trampa. No quieren coaligarse, confían en pasar a ser el primer partido de la izquierda en unas nuevas elecciones a celebrar en 2016.

Porque, vamos a ver: ¿Quién es capaz de imaginar como posible un gobierno en el que algunos socios vayan por libre, se dediquen a la política de hechos consumados anunciando sin previo acuerdo lo que les venga en gana y, si el otro socio propone algo que no les guste, se saquen de la manga una asamblea de las bases para tumbarlo?

Luego, respecto de Podemos la decisión es muy fácil: ¡NO!

Hablemos del PP: Si el PSOE tolerase que se repitiese un gobierno del PP, por muchas concesiones que se arrancaran a la derecha, a los cuatro años de penoso continuismo – con un partido al frente metastaseado de corrupción –  habría de sumarse un resultado electoral futuro inevitable para el PSOE: su muerte por suicidio.

Luego, respecto del PP la decisión es también muy fácil: ¡NO!

Y, dado que no hay aritmética posible para componer mayorías que no fuera contando con el PP o con Podemos, lo que queda por hacer pasa a ser muy sencillo, por evidente y único posible:

El PSOE tiene que presentar la candidatura de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno en la primera oportunidad que se le presente, tanto si Rajoy renuncia a ello como si no.

El PSOE, con Pedro Sánchez al frente, orgulloso de los 135 años de historia que lleva a las espaldas, tiene que presentar un  plan de gobierno detallado, libre de generalidades, con las decenas o cientos de páginas que hagan falta, para que todos los ciudadanos conozcamos que es lo que quiere hacer el PSOE si llega al Gobierno.

Al  PSOE, con Pedro Sánchez al frente, no le queda otra que preguntar si hay en el parlamento alguien más que quiera sumarse a su programa, aportando más ideas, enriqueciéndolo y mejorándolo, y si hay ese alguien, que lo haga, pero bajo la condición innegociable de que la ejecución de ese programa  tendrá que ser hecha por un gobierno nombrado por Pedro Sánchez. Ello no está reñido con que, el susodicho gobierno, incorpore a determinadas figuras que sin pertenecer a otros partidos hayan podido ser consensuadas con éstos.

Si al final el PSOE no recibe ningún apoyo, o los que reciba no son suficientes, habrá que ir a nuevas elecciones con la conciencia muy tranquila. Todos los ciudadanos sabremos muy bien de que pie cojea cada uno.

¿Qué puede pasar de tener que celebrarse otras elecciones en el 2016?

¡No tengo la más remota idea!

Igual se refuerza la posición del PP, o la de Podemos, o la de Ciudadanos, o la del PSOE… y todo se simplifica… o se complica aún más.

¡QUE SE YO!

Lo único que tengo claro es que el PSOE no puede tirar por la borda el patrimonio ideológico que han defendido, por más de un siglo, innumerables militantes.

Por eso, unas nuevas elecciones, cuatro años, no son nada. Ciudadanos, como UCD lo fue en su día, son aves de paso y Podemos, aunque haya construido un discurso muy atractivo, no es más que una agrupación coyuntural de intereses.

Por más que el bipartidismo haya sido el enemigo a batir, y que la derecha y la izquierda no existan para algunos, el hecho cierto es que hay una componente sociológica en todo esto a la que no se le puede dar la espalda:

En España hay muchos votantes de mentalidad conservadora, liberales en lo económico y católicos de confesión, votantes que nos merecen todo el respeto democrático. El problema está en que, en su representación, se ha colado lo más granado del tardo franquismo sin renunciar a ninguno de sus malos vicios, corrupción incluida.

Es decir, el grupo social – la derecha – seguirá existiendo y votará a UCD, a AP, al PP o a Ciudadanos, en función de las tácticas que vayan desarrollando las distintas formaciones políticas para catequizarles y alcanzar el poder.

El otro gran bloque sociológico está a la izquierda, espacio en el que solo el PSOE ha mantenido su posición por más de un siglo. Soportó la escisión, allá por 1917, de los que atendieron a los cantos de sirena del leninismo y fundaron el Partido Comunista y,  los que se quedaron,  siguieron al pie del cañón contra el viento de la clandestinidad o la marea del asesinato y la prisión. Y es de su mano de quienes nos han llegado los más importantes avances sociales de que goza este país.

Sobre lo que dio de sí el comunismo no merece mucho la pena extenderse. Tiene muchas dificultades para adaptarse al juego democrático por culpa de que sienten sus verdades tan incuestionables, como cualquier fanático religioso, que propenden hacia el autoritarismo a poco que te descuides. Juegan a esconderse detrás de diferentes siglas, fingen ser lo que no son para arañar votos, pero terminan siendo como el escorpión del cuento que picó a la rana que le ayudaba a cruzar el rio, ahogándose los dos.

Por todo eso, para mí, que no soy militante, ni puedo presumir de ninguna hazaña antifascista, el PSOE es mucho más que las personas que lo forman en un momento histórico dado. Los que lo dirigen hoy no son para echar cohetes, aun así confío en que sepan estar en su sitio, preservando sus principios, en beneficio de todos los españoles, incluso en favor  de aquellos que les han dado la espalda.

¡Volverán!

 

 

Una segunda oportunidad

En los estados en los que existe la fórmula electoral de la segunda vuelta (balotaje), los electores tienen la oportunidad de reasignar sus votos  corrigiendo,  así, la posible fragmentación que haya proporcionado la primera vuelta.

Es decir, a la segunda vuelta concurren aquellos elegibles que hayan superado un determinado listón – en casi todos los países con este método solo dos – lo que obliga a los electores,  cuya opción no haya superado el corte,  a decidir qué hacer en la segunda vuelta: a) quedarse en casa o b) reasignar su voto a alguno de los que haya sobrevivido.

Tomando los resultados de las elecciones de ayer, y después de unos minutos jugando con la calculadora, no he encontrado ninguna combinación viable para que ni el PP ni el PSOE, primero y segundo en escaños, sumen la mayoría absoluta. Hay asociaciones imposibles a mi modo de ver.

Y, si vamos a la mayoría simple, el que lo tiene más fácil en teoría es, evidentemente, el PP,  pero habrían de producirse abstenciones inimaginables (al menos inimaginables para mí).

Y lo que es muy complicado para los dos partidos con más escaños es mera entelequia si lo trasladamos a Podemos o a Ciudadanos.

¿A dónde me lleva esto? Pues a sospechar que habrá nuevas elecciones en un corto plazo y que, esas nuevas elecciones, se conviertan, para todos nosotros, en una especie de balotaje sui géneris.

Desde esa perspectiva voy a recordar un dato: la suma de los votos del PSOE y de Podemos alcanza los 10,7 millones e, incluso con algunos menos, Felipe González obtuvo una mayoría absoluta de 202 escaños en 1982.

Otro dato a considerar es que, con solo 341 mil votos menos, Podemos se quedó a 21 diputados del PSOE. Es decir, el reparto por circunscripciones actual castiga a Podemos y, para que Podemos supere al PSOE en escaños,  necesita lograr muchos más votos.

Por lo tanto, y frente al eventual balotaje que nos viene encima, a todos nos va a tocar pensar qué hacer con nuestro voto en esa segunda oportunidad. El voto útil tiene muy mala prensa, pero en su ausencia se llega a situaciones nada deseables. Los electores, si no se llegara a formar ningún gobierno con los resultados del 20 D, vamos a tener que repensárnoslo muy bien. Otros cuatro años como los últimos recientes serían muy duros de sobrellevar.

Y, si necesitamos ayuda, busquemos fuentes serias de información que nos expliquen bien, sin manipularnos, de que va eso de la Ley D´Hondt, las circunscripciones, lo que implica el voto en blanco, etc.  Yo no me atrevo a aconsejar ninguna fuente de información seria, aunque si se dónde están las que no lo son: todas las televisiones españolas, y sus tertulias, bastantes radios y muchos periódicos. ¡Es una pena!

Y, por supuesto, echémosle rigor intelectual al tema: si el pasado es un lastre, que lo sea para todos porque, los que se presentan como nuevos, también tienen pasado.

El debate a tres y un cuarto

El cuarto,  ausente, representado por la marisabidilla Soraya.

Todos fueron ellos mismos, sin ningún añadido relevante que yo detectara,  respecto de la imagen, los gestos y las palabras con las que han venido aburriéndonos desde hace semanas.

Me cuesta creer que haya habido indecisos que resolvieran sus dudas con un show como el de ayer en A3 Media. Yo solo veo eso posible para electores que hayan estado, por meses,  perdidos en el Pacífico, con la radio rota, y que se desayunases de nuevas con las cosas que decían ayer unos y otra.

Soraya con un ¡viva la economía!, volando inocente sobre la desigualdad y la corrupción; Sánchez sin saber sacar provecho de la partitura socialista y, los otros dos, cada uno por su lado, vendiéndonos su inexperiencia como un mérito.

Yo sé – o creo saber – que no votar es un mal remedio, pero es a lo que invita la mediocridad del panorama. Para mi uso personal, para salir del impase,  he decidido prescindir de los portadores de los discursos y de los discursos mismos, machacones y reiterativos, y pasar a reflexionar sobre las potencialidades de cada formación política. Ya sabemos que, como en el futbol, tener un buen delantero es muy importante – a todos estos se los ve flojitos – pero, si hay un equipo fuerte detrás, quizás se puedan salvar los muebles.

Y, así, de las dudas yo he derivado hacia las certezas, de lo oscuro he pasado a lo claro y, como mal menor, ya tengo una idea, más o menos, de quien será el que obtenga mi voto.

¿Queréis pistas? Ni Albert Rivera ni Pablo Iglesias tienen equipo – y el que van creando ni ellos mismos lo conocen – y Rajoy, con sus SMS a Bárcenas, ya demostró su habilidad como cazatalentos.

Blanco y en botella.

A quien votar (II)

Nunca las segundas partes fueron buenas, pero no puedo desoír el clamoroso reclamo de mis lectores, así que voy a desarrollar en las siguientes líneas, con la misma metodología utilizada en la primera entrega, la lista de interrogantes que suscitan algunos asuntos públicos. Una vez más, las respuestas que nosotros mismos nos demos serán una buena guía para votar si aún estamos entre los indecisos.

CAMBIO CLIMÁTICO

Muy de moda estos días aunque, hace ya cuarenta años,  según descubren  investigaciones recientes,  la compañía petrolera Exxon estaba al tanto del problema de los gases de efecto invernadero sobre el cambio climático y gastó millones de dólares para promover la negación del mismo. Los negacionistas cada vez son menos, ante la acumulación  de evidencias y, casi siempre, han estado ligados a intereses espurios, como los de la  Exxon.

¿Quiénes han estado haciendo chanzas, primos incluidos, sobre el cambio climático? ¿Hay que creer todas las promesas que se nos están haciendo sin valorar, a la vez, la actitud que se ha venido teniendo sobre este tema? E, incluso, dispuestos a perdonar errores personales del pasado, ¿Quiénes nos parecen más convencidos de que lo del cambio climático es un problema muy serio?

LAICIDAD

Vemos con estupor, por no decir espanto, como en algunos países se impone la ley de la sharía con reglas durísimas que castigan con la pena de muerte la blasfemia o el adulterio. Bien, ese no es nuestro caso, “gracias a Dios”. Aquí, aunque tuvo que ser Napoleón Bonaparte quien la aboliera por primera vez en 1.808,  la Santa Inquisición española,  después de varios  “quita y pon”, quedó definitivamente suprimida en 1.834. Es decir, son cosas que han quedado atrás, pero no tan lejos.

¿Es bueno que las leyes de un Estado lleven una impronta religiosa en temas tales como los derechos civiles de las personas: libertad de expresión, derecho de familia, sexualidad, etc.? ¿Es bueno que el pensamiento religioso condicione la investigación científica? ¿Es bueno que la educación de nuestros hijos tenga que pasar por el filtro de una fe religiosa, cualquiera que ésta sea? ¿Qué partidos nos transmiten que les parece cosa buena la laicidad en  un estado como el español?

AMINISTRACIÓN DE JUSTICIA

Vivimos en un país en el que se puede maldecir a alguien diciéndole “pleitos tengas y los ganes”, lo que demuestra la inteligente percepción del refranero popular sobre lo poco bueno que cabe esperar de la Justicia. Para que en España uno se meta en pleitos tiene que estar muy seguro de  dos cosas: a) que tiene dinero suficiente para soportar la batalla que puede ser muy larga (Justicia lenta y cara) y b) que las probabilidades de ganar sean muy altas y que se logrará del perdedor el cumplimiento efectivo de la sentencia.

¿A quién vemos que pueda darle a este país una Justicia verdaderamente gratuita accesible a todo ciudadano que sienta lesionado alguno de sus derechos? ¿Habrá algún partido que, de verdad, cuando gobierne, asigne recursos suficientes a una Administración de Justicia actualmente desbordada? ¿Conocemos de algún partido que ya haya tomado – o propuesto – medidas que acrediten su claro posicionamiento en favor de la independencia de los jueces? ¿Habrá alguien que impida que la suerte de un proceso sobre corrupción dependa de ciertas carambolas, siempre con un trasfondo político detrás?

EDUCACION Y SANIDAD

Sin mucha seguridad de que esté bien traído lo de  “mens sana in corpore sano” como justificación de tratar estos servicios públicos conjuntamente lo cierto es que, para cualquier ciudadano con responsabilidades familiares, la salud y la educación de los suyos – una vez que haya tenido una cena que ofrecer  y un techo bajo el que dormir – es esencial. Si te falla lo primero – la comida y el techo – apaga y vámonos, pero supuesto que esa aberrante injusticia este aparcada  – lo que desgraciadamente no es totalmente el caso en España –  el que veas crecer a los tuyos fuertes y sanos y con opciones de poder desarrollar todo su potencial educativo, es una aspiración de lo más legítimo.

¿A quién vemos más cerca del objetivo deseable de que ambos servicios públicos sean total y absolutamente gratuitos? ¿A quién vemos creyéndose sinceramente el que no debiera de haber saludes y educaciones diferenciadas según el poder económico de cada familia? ¿Es bueno para esta causa la mercantilización sin cortapisas de la educación y de la sanidad?

MISCELANEO

Podríamos prolongar esta reflexión hablando de:

El  ejército, y su privilegiada impenetrabilidad para el mundo civil.

La formación de equipos en los nuevos partidos, y la llegada de arribistas de dudoso pedigrí.

La Cultura, y su resistencia al adoctrinamiento.

La memoria histórica, y de las fosas sin dignidad.

La Ley de Dependencia, y de quiénes salen de las lista de espera por haberse muerto.

La lista podría será todavía más larga, pero prometo que no habrá una tercera entrega. La pregunta es: ¿A quién vemos con el ánimo y la capacidad de ponerle el cascabel al gato?

A quién votar o guía de apoyo para indecisos

Hay unos cuantos asuntos que nos preocupan a todos y,  los potenciales gobernantes entre los que tenemos que elegir,  pueden afrontarlos de maneras diferentes. Lo que voy a hacer a continuación es dejar en el aire algunas preguntas sobre unos cuantos temas de actualidad y, así, según creamos cual es el partido que mejor se adecúe a la respuesta deseada, le votamos.

Como los asuntos que nos preocupan son varios,  es posible que no todas las mejores respuestas las hallemos en el mismo partido. Como las combinaciones son tantas – sobre todo si incluimos en el análisis el que no todos los asuntos pesan lo mismo – aquí lo dejo. Hoy hace cien años desde que Einstein presentó al mundo científico su Teoría General sobre la Relatividad, pues bien, hasta él se hubiera visto superado por los cálculos.

VIOLENCIA DE GÉNERO

Las estadísticas son atroces y gritan por una medida básica: hay que borrar de la mente de los niños y jóvenes la peligrosa creencia de que el macho-macho es superior y más importante que cualquier otra criatura humana; hay que educarles en la igualdad y el respeto a las chicas que tienen que aprender a sentir como sus pares; hay que preparar hombres, desde los hogares y las escuelas, que no se dejen contaminar por quienes hacen ideología de las diferencias entre sexos.

Y, por supuesto, cuando la educación fracasa, porque es incapaz de superar los instintos primitivos de algún desgraciado, hay que contar con sistemas de alerta temprana para ayudar a las víctimas.

¿Van en esa dirección los colegios segregados por sexos? ¿Son buenas para esta causa las instituciones que reservan a las mujeres papeles secundarios? ¿Quiénes muestran más sensibilidad ante el dolor y los problemas de quienes no encajan con el modelo prototípico del macho-macho? ¿Quiénes han remado más a favor de la igualdad de sexos y, en sentido contrario, quiénes han puesto más trabas a esa igualdad?

EL TERRORISMO YIHADISTA

Castigamos en forma muy severa a quienes, con atentados terroristas,  atentan contra nuestros principios y nuestras haciendas,  y nos reservamos el derecho a clasificar las muertes inocentes que causamos como daños colaterales. Quizás castiguemos con justicia y los daños provocados por nuestros bombardeos sean proporcionales, pero hay una evidencia: cualquiera que hubiera sido el origen o el responsable de cada incidente, con su larga historia de estrategias equivocadas detrás,  la balsa de odio que se ha ido creando amenaza con desbordarse.

¿Quién nos transmite más confianza de que sabrá aliviar la presión de la balsa? ¿Quién creemos que sabrá combinar la firmeza con la que hay que detener a los fanáticos con medidas que ayuden a reducir la tensión entre culturas? ¿Son buenas para esta causa las políticas económicas y sociales que profundizan en la desigualdad y que crean guetos y barrios marginales? ¿Se queda todo, o casi todo, solo en una cuestión militar?

LA POLITICA ECONOMICA

La crisis que nos viene azotando desde hace algunos años ha dejado varias enseñanzas. Las políticas económicas y financieras,  que ha de seguir cualquier Estado en la Unión Europea,  van a venir marcadas – cuando no dictadas –  desde Bruselas. El griego Tsipras ha sido un buen ejemplo de como la utopía choca y pierde cuando se enfrenta a  la maquinaria europea. Los años de esplendor que quedaron atrás nos dejó a todos endeudados hasta las cejas; ahora mandan los acreedores. Visto que, en lo esencial, todos harán lo mismo:

¿Quién aprovechará mejor el escaso margen de maniobra que deja Bruselas para reducir la escandalosa desigualdad que ha crecido tanto, vergonzosamente, en los últimos años? ¿Quién nos inspira más confianza, quién lo hará de manera más justa,  a la hora de repartir cargas y sacrificios?

LA CUESTION CATALANA

Siendo cierto que hay algunos personajes independentistas de sainete, figuras patéticas donde las haya, detrás hay un sentimiento, en muchos catalanes,  de ser reconocidos como algo singular y diferente al resto del Estado español, a lo que quieren ver asociada una alta cuota de soberanía (ya sabemos, viendo lo dicho sobre la política económica, que lo de la soberanía es más un cuento chino que otra cosa). Esto que, hasta ahora, no ha pasado de las demostraciones más o menos folklóricas, y de gestos políticos grandilocuentes condenados al ridículo, puede empodrecerse y causarnos a todos mucho daño.

¿Se resolverá esto solo por la vía del ordeno y mando? ¿A quiénes vemos con un mejor talante para convencer a una mayoría suficiente de catalanes de que la asociación con todos nosotros, que somos los demás españoles, es una idea mejor que la de una aventura secesionista?

LA CORRUPCIÓN

Doquiera que haya alguien manejando dinero o cosas de valor sin vigilancia, sea este de izquierdas o de derechas, pobre o rico, obrero o ejecutivo, habrá un riesgo de corrupción. Evidentemente no está al mismo nivel el que una asistenta se te lleve el papel higiénico o la pasta dentífrica, con que un policía haga la vista gorda ante una determinada irregularidad si recibe una propina; tampoco es lo mismo que un obrero  haga chapuzas particulares con las herramientas y los materiales de su empresa y, por supuesto, nada es comparable con ese servidor público que se vende a los intereses mafiosos de algunos grupos empresariales, traicionando la confianza de quienes le eligieron, y mintiendo y engañando a todo el mundo (menos a sus socios, cónyuges  y amigos) mientras esconde las ilícitas ganancias en cualquier paraíso fiscal a la espera de un oportuno blanqueo.

¿Quiénes creemos que son más sinceros a la hora de ofrecernos un propósito de enmienda y medidas eficaces contra la corrupción? ¿Hemos visto en todos los partidos gestos contundentes de limpieza en sus propias casas? ¿Están realmente a salvo de esta lacra quienes están limpios, muy probablemente, porque nunca tuvieron un poder que rentabilizar?

LA PROTECCION SOCIAL EN SU MÁS AMPLIA ACEPCIÓN

En la naturaleza el que llega el último no come. Quien tiene una pata rota no caza y servirá de alimento para otros. Sin embargo, los que nos tenemos por civilizados pensamos, sentimos, que hay que ayudar al más débil. Distinguir al caradura del necesitado es a veces una difícil tarea, pero son tantos, y tantos, los casos incuestionables de necesidad,  que el ampararse en la existencia de algunos pillos es una mala excusa.

¿A quiénes vemos fijándose más en los pillos que en los necesitados? ¿Quiénes empujan y quienes frenan las medidas legales de apoyo a los más débiles? ¿Habremos de apostar por quienes elevan la protección social a la categoría de derecho o por quienes prefieren dejarle a la caridad un papel destacado?

Espero haber sido de alguna ayuda. El temario daría para media docena de entradas en el blog, pero no conviene empachar al auditorio. Para mí es blanco y en botella.